Imagen portada: Uróburos Imagen de χρίς en Pixabay
Nuestro país se encuentra en un punto crítico entre las oportunidades y amenazas que representan local y globalmente el kick off de su estrategia hacia la transición energética y la descarbonización. La planificación inversa como engranaje del proceso ha revelado en sus avances de bureau las profundas brechas de planificación territorial de las zonas a desarrollar y un bajo nivel de innovación en el contenido de la decisión. Se innova, pero con decisiones limitadas, segmentadas (sectoriales), menos exigentes y más aceptables (Dente & Subirats, 2014). Y la “termodinámica social” para la transición de un ciclo energético a otro requiere una coordinación política, empresarial, científica y de incumbentes estricta y por igual, que impida la descomposición progresiva de la estrategia.
En Magallanes la política regional insufla sistemáticamente la industria del hidrógeno hace una década, por factores de planta eólicos y posición geoestratégica. Crecer o no crecer -dicotomía contraproducente en el fin del mundo- nunca fue debate. Pero no sin argumentos plausibles, detractores de esta industria que apuesta por Magallanes apuestan a su vez a reemplazar las lógicas de consumo energético por otra de nuevos equilibrios desde el “decrecimiento”y, por tanto, la apertura hacia un mundo nuevo y desconocido. Cabe recordar la visión holística de la naturaleza y la premonición sobre los efectos climáticos por la intervención humana del padre del conservacionismo Alexander von Humboldt (Wulf, 2015), que vuelve a cobrar fuerza en un contexto de límites superados, temporales y espaciales
Cincuenta años atrás se realizó una investigación cuantitativa sobre las consecuencias del crecimiento económico y demográfico sin restricciones, cuyos resultados fueron publicados en el informe “Los límites del Crecimiento” (Meadows et al. 1972), encargado por el Club de Roma. Mediante un modelo informático creado en el MIT (una primera versión de IA), se modelaron cinco variables interdependientes clave: población, producción agrícola, agotamiento de recursos no renovables, producción industrial y contaminación. Más allá de las controversias sobre los parámetros y supuestos del modelo, otros autores que han revisado y actualizado los cálculos demuestran que aún siguen vigentes (Bardi, 2022). No obstante, al surgir las Energías Renovables No Convencionales (ERNC) como un recurso infinito, “los límites del crecimiento” podrían posponerse indefinidamente. El debate sobre las posibilidades finales de las ERNC se ha confundido inútilmente con si existen o no límites al crecimiento (Raugei, 2023). El desarrollo sustentable será un oxímoron, o no será.

Estancia San Gregorio. Fotografía: Gonzalo Undurraga.
Esta dicotomía se intensifica en Magallanes, entre anuncios de inversiones millonarias, mesas de trabajo, aterrizaje de compañías en Punta Arenas y la compra de miles de hectáreas en tres de sus cuatro provincias. En efecto, tras la conformación de la Comisión Regional de Desarrollo Energético Magallanes y Antártica Chilena (CDRE, 2015), la política ha sido transversal a todos los gobiernos, que reconocen el potencial del país (solar y eólico) legado quizás de La revolución de los territorios y las energías, hito tras la batalla ganada contra Hidroaysén el 2011 (Horvath, 2015).
La pedagogía científica sobre desalinización, electrólisis, amoníaco y aerogeneradores que alimenta el discurso techie sobre H2V, es complemento perfecto para las expectativas de inversión que alcanzarían los US$27 mil millones al 2030, con un valor de producción de H2 y sus derivados de US$33 mil millones al 2050 (70% destinado a exportación) a nivel país. Equivalentes al 13% del PIB, al 45% de las exportaciones totales y al 87% de las exportaciones de cobre al 2020 (Givovich et al. 2022).
La ruta hacia la gobernanza emprendida desde Bachelet II, sumando estrategias, planes y programas finaliza en el actual gobierno, que además de validar e implementarla, debe trazar otra: evaluar los primeros proyectos bajo la Ley 19.300. Mientras que la Evaluación Ambiental Estratégica, que apunta hacia la predictibilidad del sistema, en Magallanes se trunca con un proceso de Zonificación de Usos del Borde Costero (ZUBC), proceso acotado y sin cobertura de participación para el hinterland de la industria, que termina suspendido a mitad de camino por decisión del Consejo Regional. Así, el Plan de Acción H2V, 2023 –2030, urge una modernización de la administración, con lineamientos para la coordinación interinstitucional y el Ordenamiento Territorial a gran escala, al tiempo que encara una “oleada”de proyectos.
Esto fricciona el proceso con los detractores, fortalecidos ante la posibilidad de ahuyentar los inversionistas a otros páramos ventosos como Australia o Brasil y hacer capotar los compromisos del estado frente a la agenda multilateral y corporativa sobre CC, sin indicios para un trade off.
Seis proyectos pretenden iniciar la industria en Magallanes. En el SEIA el proyecto HIF entregó su primera adenda, HNH ingresó el 2024 y Total Eren lo hizo en abril de 2025. Los otros podrían solo “vender desarrollo” (Muñoz, 2024). Tras años de inversión estatal en la industria, los proyectos en el SEIA permiten dimensionar los impactos ya no de operación (afectaciones en la avifauna y ecosistemas marinos) sino desde las métricas de la fase de construcción, que proyectadas al copamiento del potencial regional que abastezca el 13% de la industria global al 2050 (Givovich et al. 2022), vuelven la industria impracticable, configurando escenarios catastróficos de quienes no creen en los beneficios socioeconómicos a costa del sistema ecológico social magallánico y en consecuencia, a costa de quienes esperan el desarrollo económico y la autonomía energética en la región.

Galpon de esquila. Fotografía: Gonzalo Undurraga
La incertidumbre sobre la cantidad final de plantas de hormigonado, de áridos, de RESPEL y SUSPEL, de infraestructura urbana de zonas aledañas, de camiones por faenas públicas y privadas, del destino de todas las aguas grises, abre espacios a la elucubración sobre todo tipo de afectaciones a la salud humana, dejando la perturbación sobre la avifauna (mitigable en cualquier parque eólico) como algo de menor relevancia. ¿Cómo evaluar los impactos en su conjunto? ¿Se deben sumar por cada proyecto? ¿Qué ocurre con la infraestructura pública durante las fases de construcción y operación de los proyectos? ¿Cuántas carreteras, ductos, líneas de abastecimientos se requiere? ¿Cuántos puertos? ¿Cómo afectará el conjunto de intervenciones al sistema natural y humano de la región de Magallanes?
Los conservacionistas de la Patagonia chilena se caracterizan por un gran nivel disciplinar y apoyo financiero. La Fundación Rewilding Chile mantiene en el foco global, lo que ocurre en Magallanes. Se basan no solo en el trabajo empírico propio sobre temáticas de preservación y conservación de especies, sino en estudios científicos que integran análisis prospectivos sobre especies y procesos, investigación de áreas prístinas y complejas, cuyos servicios ecosistémicos son altamente sensibles y prioritarios frente al C.C., denominadas refugios climáticos (Pliscoff, 2022).
Académicos de fuste y centros de investigación configuran la red de apoyo de activistas más beligerantes, que han comenzado tempranamente a estigmatizar a Magallanes como “zona de sacrificio”. El Panel Ciudadano de H2V Magallanes prevé un “eventual colapso del sistema y una implementación inadecuada de los procesos de participación ciudadana”, solicitando una moratoria “hasta que no se tenga acceso a la información sobre ocupación territorial, escalas de producción e intervención con todos los proyectos evaluados en conjunto”, lo que dado el modelo de apalancamiento competitivo de la industria, resulta imposible. La respuesta: el Plan Regional de Ordenamiento Territorial sostenido en una Línea de Base Ambiental Pública -parte del Plan de Acción-, que con los tiempos entre estudios y colaboraciones interinstitucionales tomará una década. Por lo pronto, urge el PRI para las comunas de Punta Arenas, Laguna Blanca, Río Verde y San Gregorio, que es parte de la agenda del GORE, (3 a 5 años).
Mientras se cierra la ventana de oportunidad, cabe la reflexión: es posible utilizar energías renovables para sustituir los combustibles fósiles, pero el mundo resultante no será el mismo que es hoy. Y esta posibilidad no nos libera de las limitaciones que un mundo finito plantea al crecimiento económico (Bardi, 2023). Entre pesimistas sistémicos y optimistas tecnológicos, el debate local levanta la arcaica metáfora sobre si la carreta nuevamente ha quedado delante de los bueyes, no por problemas de planificación inversa. A diferencia de Hidroaysén (conflicto tipo David contra Goliat), el H2V plantea un objetivo común en ambos bandos: salvarnos de nuestro consumo energético, pero comprometiendo el desarrollo o la conservación de una región geopolíticamente estratégica.
La falta de ampliación de la decisión a través de un modelo de gestión dialógica, no centralizada, no convoca a los actores hacia una resolución temprana del conflicto. Más bien invoca al Uróburo, aquella serpiente que se engulle a sí misma en un eterno retorno, desde la lógica de una alquimia que caracteriza el ensayo y error de un estado y una sociedad que dilapida esfuerzos y convicción una y otra vez, donde al final de un ejercicio se requiere otro idéntico, cual Sísifo. Avanzando sin cambio alguno –sin tranzar -,el proceso asimila este gran fin de ciclo, o nuestra batalla contra la urgencia climática (o contra nosotros mismos) con el día de la marmota: la paradoja de los magallánicos de volver a ver el viento como algo inerte y ajeno.
La pregunta es si sabremos obtener de esta fuente infinita, energía para un mundo finito.1
Un buen micro reportaje recomendado sobre el decrecimiento y el desacoplamiento económico, realizado por la Deutsche Welle, aquí.
- Texto entregado en el marco del curso Ordenación y Planificación Territorial, MPU – IEUT – UC, 2024. ↩︎